Papo Lucca es el actual director de la orquesta La Sonora Ponceña, agrupación que fundó su padre Don Quique en 1954 y es considerada como una de las más portentosas orquestas caribeñas. Su mayor aportación musical ha sido estampar el sonido que ha destacado la rítmica de la Sonora Ponceña,
En la escuela compartió clases con Jossie Febles y el reconocido Héctor Lavoe, donde luego prosiguió sus estudios de solfeo y aprendió a tocar el piano en manos de Ramón Fernández. Su primera experiencia formal en un conjunto fue junto a su amigo Héctor Lavoe, con quien solía hacer apariciones artísticas en las actividades de la escuela. Ambos tenían nueve años de edad; Héctor interpretaba las canciones que Papo tocaba al piano y que eran copiadas de los discos más sonados en la época.
Su padre Don Quique fue su mayor mentor ya que lo llevaba desde muy pequeño a los ensayos de la Orquesta Internacional. Años más tarde, cuando adquirió destrezas en la ejecución de la trompeta y el piano, se fue a laborar con él en la Sonora Ponceña como pianista. Es aquí donde inicia su carrera discográfica.
En 1969 prepara el primer disco exclusivo de la Sonora Ponceña, "Hachero pa' un palo" para luego continuar con el siguiente éxito en 1970, "Fuego en el 23". Para 1975, la orquesta ingresó al sello discográfico de Fania donde Papo Lucca se desempeña como pianista y arreglista para Ismael Quintana, Cheo Feliciano y Johnny Pacheco en sus trabajos con Celia Cruz, Héctor Casanova y Daniel Santos.
Uno de los proyectos más sólidos logrados por Papo Lucca en esos años fue el álbum "Celia Cruz y la Sonora Ponceña: La Ceiba" en 1979. Este trabajo armonizó las tendencias de la Sonora Matancera con la sonora boricua y que en voz de Celia Cruz evocaba el sabor del son montuno y la guaracha, en un gusto de unidad antillana.
Para Papo Lucca, el secreto de la Sonora Ponceña está inscrito en el sonido de las trompetas, puestas en pentagrama en notas sencillas para que "suene bien y guste al bailador". En una entrevista, Lucca dijo: "Tengo la fórmula en mi cabeza. Hay veces que cuatro notas bien puestas dicen más que dieciséis y nosotros pensamos siempre en el bailador, porque ésa es la fuerza y razón de ser de la orquesta". Otro elemento es la sabiduría con que se organizan y emplean todos los recursos disponibles en la orquesta donde se explota al máximo el piano, el bajo y la percusión, que en combinación con armonía de las trompetas derivan en un timbre peculiar, limpio, rítimico y poderoso que los distingue.
Es por todos estos elementos que la Sonora Ponceña es una de las pocas orquestas salseras que conservan una identidad rítmica que los distingue por encima del resto de las agrupaciones musicales. Todo gracias a la labor de un padre y un hijo: Don Quique y Papo Lucca.
En la escuela compartió clases con Jossie Febles y el reconocido Héctor Lavoe, donde luego prosiguió sus estudios de solfeo y aprendió a tocar el piano en manos de Ramón Fernández. Su primera experiencia formal en un conjunto fue junto a su amigo Héctor Lavoe, con quien solía hacer apariciones artísticas en las actividades de la escuela. Ambos tenían nueve años de edad; Héctor interpretaba las canciones que Papo tocaba al piano y que eran copiadas de los discos más sonados en la época.
Su padre Don Quique fue su mayor mentor ya que lo llevaba desde muy pequeño a los ensayos de la Orquesta Internacional. Años más tarde, cuando adquirió destrezas en la ejecución de la trompeta y el piano, se fue a laborar con él en la Sonora Ponceña como pianista. Es aquí donde inicia su carrera discográfica.
En 1969 prepara el primer disco exclusivo de la Sonora Ponceña, "Hachero pa' un palo" para luego continuar con el siguiente éxito en 1970, "Fuego en el 23". Para 1975, la orquesta ingresó al sello discográfico de Fania donde Papo Lucca se desempeña como pianista y arreglista para Ismael Quintana, Cheo Feliciano y Johnny Pacheco en sus trabajos con Celia Cruz, Héctor Casanova y Daniel Santos.
Uno de los proyectos más sólidos logrados por Papo Lucca en esos años fue el álbum "Celia Cruz y la Sonora Ponceña: La Ceiba" en 1979. Este trabajo armonizó las tendencias de la Sonora Matancera con la sonora boricua y que en voz de Celia Cruz evocaba el sabor del son montuno y la guaracha, en un gusto de unidad antillana.
Para Papo Lucca, el secreto de la Sonora Ponceña está inscrito en el sonido de las trompetas, puestas en pentagrama en notas sencillas para que "suene bien y guste al bailador". En una entrevista, Lucca dijo: "Tengo la fórmula en mi cabeza. Hay veces que cuatro notas bien puestas dicen más que dieciséis y nosotros pensamos siempre en el bailador, porque ésa es la fuerza y razón de ser de la orquesta". Otro elemento es la sabiduría con que se organizan y emplean todos los recursos disponibles en la orquesta donde se explota al máximo el piano, el bajo y la percusión, que en combinación con armonía de las trompetas derivan en un timbre peculiar, limpio, rítimico y poderoso que los distingue.
Es por todos estos elementos que la Sonora Ponceña es una de las pocas orquestas salseras que conservan una identidad rítmica que los distingue por encima del resto de las agrupaciones musicales. Todo gracias a la labor de un padre y un hijo: Don Quique y Papo Lucca.
* Historia de la Salsa - Hiram Guadalupe Pérez